El síndrome metabólico es una afección cada vez más común en todo el mundo y se estima que su incidencia aumentará hasta un 35% para el año 2035. A medida que aumenta la obesidad y el sedentarismo, también aumenta la prevalencia del síndrome metabólico. ¿Sabías que el origen de todo puede ser el desequilibrio de tu microbiota?
¿Qué es el síndrome metabólico?
El síndrome metabólico (MetS) se define como la presencia de varios factores que aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidente cerebrovascular y diabetes tipo 2. Si no se trata puede provocar complicaciones graves e incluso la muerte.
Los factores de riesgo del síndrome metabólico incluyen:
Algunas posibles complicaciones derivadas de la menopausia son:
- Obesidad abdominal, que consiste en demasiada grasa alrededor de la cintura
- Niveles de triglicéridos altos (Hipertrigliceridemia)
- Nivel de colesterol HDL bajo (dislipidemia)
- Presión arterial alta (Hipertensión)
- Niveles de azúcar en sangre en ayunas elevados (Hiperglucemia)
La presencia de tres o más de estos factores de riesgo se considera diagnóstico de síndrome metabólico.
Esta afección recoge un conjunto de trastornos metabólicos como la dislipidemia, hiperglucemia, resistencia a la insulina, estrés oxidativo, inflamación, hipertensión y neurodegeneración, que se asocia con enfermedades metabólicas, como obesidad, diabetes mellitus o enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD).
¿Cuándo aparece el síndrome metabólico?
Las causas que promueven el desarrollo del síndrome metabólico son:
- Sobrepeso y obesidad
- Sedentarismo
- Resistencia a la insulina
- Envejecimiento
- Genética
Muchas de las personas que presentan síndrome metabólico, también tienen un aumento de la coagulación de su sangre e inflamación en todo el cuerpo. Se desconoce si estos problemas causan síndrome metabólico o si lo empeoran.
Microbiota, ¿Puede ayudarte a aliviar los síntomas de la menopausia?
Los cambios en la composición de la microbiota intestinal durante la menopausia pueden mejorarse a través de intervenciones terapéuticas destinadas a corregir la disbiosis intestinal. Entre estas estrategias podemos encontrar:
Microbiota y metabolismo ¿Existe relación?
Con la occidentalización generalizada de los estilos de vida (aumento de la ingesta de calorías y la disminución de los niveles de actividad física), la alteración de la composición y las funciones de la microbiota intestinal se ha convertido en un fenómeno mundial.
Se ha descubierto que existe una relación entre el síndrome metabólico y la microbiota intestinal. Los estudios han demostrado que las personas con síndrome metabólico tienen una composición diferente de microbiota intestinal en comparación con las personas sanas.
Del mismo modo, la alteración de la composición y funcionalidad de la microbiota puede estimular el desarrollo de trastornos metabólicos a través de varios mecanismos:
- Mayor recolección de energía de los alimentos
- Aumento de la permeabilidad intestinal que conduce a la endotoxemia metabólica y sus consecuencias
- Alteraciones en el metabolismo de los ácidos biliares y en el receptor de ácidos biliares acoplado a la proteína G (FTR/TGR5)
- Señalización e influencia de metabolitos microbianos: AGCC, OTMA, indoles, LPS
La homeostasis microbiana intestinal en sí misma es una parte vital de todo el sistema metabólico, de modo que la modulación de la microbiota intestinal es uno de los mecanismos más directos para prevenir el riesgo cardiovascular, hepático y metabólico y, por lo tanto, el desarrollo de enfermedades como la arterosclerosis, enfermedad del hígado graso no alcohólico o la diabetes tipo 2.
Por otro lado, la microbiota intestinal excreta continuamente moléculas bioactivas o metabolitos a la luz intestinal y algunas de ellas pueden translocarse a la circulación e influir aún más en el proceso metabólico como ligandos específicos. Durante este proceso, la integridad intestinal (permeabilidad) juega un papel esencial al bloquear los metabolitos bacterianos dañinos transferidos a la circulación.
Los ácidos biliares, los AGCC, el triptófano o los derivados del indol, son algunos de los metabolitos que están implicados en la patogénesis de estos trastornos complejos y representan biomarcadores potenciales para el diagnóstico temprano y el pronóstico de estas enfermedades.
Microbiota y síndrome metabólico ¿Conectados por la inflamación?
Se conoce que la microbiota intestinal contribuye a las enfermedades metabólicas mediante la estimulación de una inflamación crónica de bajo grado. Un gran número de estudios han demostrado que es la principal base fisiopatológica del síndrome metabólico.
El desequilibrio de la microbiota intestinal, causado por factores como la dieta y el estilo de vida, promueve:
- Pérdida de bacterias protectoras de la barrera intestinal y mucosas.
- Aumento de la permeabilidad intestinal (las uniones estrechas entre células se mantienen abiertas)
- Aumento del paso de sustancias tóxicas como los LPS (lipopolisacáridos) y alimentos a medio digerir a la sangre a la circulación sistémica
- El sistema inmune reacciona
- Se produce toxicidad y el hígado se sobrecarga al intentar depurar el exceso de tóxicos
- Se produce un estado de endotoxemia metabólica o, en otras palabras, inflamación crónica de bajo grado
En definitiva, el síndrome metabólico va acompañado de un desequilibrio de la microbiota intestinal, que induce una respuesta inflamatoria de bajo grado en el cuerpo al destruir la barrera intestinal, produciendo resistencia a la insulina a través de metabolitos que afectan al metabolismo y a la liberación de hormonas, formando un círculo vicioso que promueve el progreso continuo del síndrome metabólico.
¿Cómo prevenir el síndrome metabólico?
Para prevenir el síndrome metabólico, se deben llevar a cabo cambios en el estilo de vida, como seguir una dieta saludable, hacer ejercicio regularmente, mantener un peso saludable y evitar hábitos tóxicos como fumar o beber alcohol. Además, es importante acudir al médico regularmente para poder detectar de forma temprana cualquier factor de riesgo y tratarlo rápidamente.
Una nutrición adecuada, definida como una dieta calóricamente equilibrada, con un consumo adecuado de frutas y verduras, rica en fibra dietética, con grasas saludables (MUFA y PUFA) y predominio de proteínas de origen vegetal, parece ser la mejor manera de promover la diversidad microbiana y, en definitiva, prevenir el síndrome metabólico.
En particular, hay estudios que sugieren que la ingestión de polifenoles podría ser útil para mejorar el síndrome metabólico. Los polifenoles, como la curcumina, quercetina o catequinas, son los componentes bioactivos naturales de las frutas y verduras y son el antioxidante más abundante de la dieta humana. Presentan una diversidad estructural que afecta a su biodisponibilidad, lo que provoca que se acumulan en el intestino grueso y se metabolizan ampliamente a través de la microbiota intestinal para ser convertidos en metabolitos bioactivos.
Estos compuestos tienen capacidad antioxidante y pueden disminuir las especies reactivas de oxígeno (ROS). Al neutralizar los radicales libres mediante la donación de un electrón y como eliminadores de radicales directos de las reacciones en cadena de peroxidación lipídica, los polifenoles erradican el estrés oxidativo.
Por tanto, son candidatos prometedores para prevenir y combatir el síndrome metabólico, así como ayudar a mejorar los trastornos metabólicos como la obesidad, la diabetes tipo 2 o las enfermedades cardiovasculares.
Analizar parámetros como AGCC, la microbiota portadora de LPS o los ácidos grasos iso en una analítica de microbiota, puede ayudarnos a prevenir estas enfermedades o a detectarlas y ponerles solución.