Dieta Mediterránea y microbiota

Marta Moreno nos habla sobre la relación que existe entre la dieta mediterránea y la microbiota.

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Dieta mediterránea y microbiota

¿Qué es la dieta mediterránea?

La dieta mediterránea (DM), es aquella dieta típica de los países bañados por el mar mediterráneo, entre los que destacan  España, Túnez o Italia. Se caracteriza por ser una dieta “plant-based”, donde predomina el consumo de verduras y frutas de temporada, legumbres, granos de cereales enteros y un consumo bajo o moderado de carne roja. Como fuente de grasa principal tenemos el aceite de oliva virgen extra (AOVE).

¿Cómo afecta la alimentación a nuestra microbiota?

La microbiota intestinal es el conjunto de microorganismos que residen en nuestro intestino, y presenta una estrecha relación con la salud del individuo.

Esta microbiota es muy modulable, y uno de los factores más implicados en esta modulación es la alimentación.

Dependiendo de la alimentación y el estilo de vida, nuestra microbiota sufre ciertas alteraciones que pueden llegar a cronificarse dando lugar a una disbiosis cronificada.

La dieta mediterránea es considerada una de las más saludables del mundo por ser rica en fibra, hidratos de carbono complejos, ácidos grasos monoinsaturados y antioxidantes. Estos compuestos tienen efectos antiinflamatorios y antiaterogénicos, por lo que este tipo de alimentación es capaz de reducir la inflamación y reducir el riesgo de sufrir un evento cardiovascular adverso. Estos efectos beneficiosos se deben en gran parte al aporte de ácidos grasos monoinsaturados provenientes del aceite de oliva virgen extra (AOVE) que estimula Bifidobacterium y Lactobacillus y sus metabolitos produciendo una disminución de citoquinas proinflamatorias como IL6 y TNF alfa. La dieta mediterránea, es capaz de modular la disbiosis produciendo un aumento de las bacterias beneficiosas.

Cuando la evolución de la sociedad introduce un cambio drástico en la dieta…

La tradicional dieta mediterránea ha sido sustituida por la actual dieta occidental rica en proteína animal, ultraprocesados, grasas saturadas y azúcares. Este cambio de alimentación provoca una alteración en la microbiota intestinal, generando el paso de moléculas tóxicas a la sangre y un estado de inflamación crónica relacionado con la afectación del sistema inmune.

Occidental versus dieta mediterránea

Esta dieta adquirida en los países desarrollados, cursa con carencias de micronutrientes y produce un estado inflamatorio crónico, asociado de modo general con disbiosis cronificadas.

Este desequilibrio cursa con inmunodeficiencias y enfermedades metabólicas como diabetes mellitus tipo 2, obesidad, enfermedad cardiovascular, entre otras.

En la microbiota, los estudios demuestran que se produce un aumento de las bacterias oportunistas y una disminución de bacterias beneficiosas como Lactobacillus y Bifidobacterium.

Bifidobacterium animalis es la especie con mayor asociación a la dieta mediterránea. En este estudio se vió que la ingesta de fibra, legumbres, frutas y verduras aumentaba la producción de butirato por parte de distintos grupos bacterianos, ácido graso de cadena corta con alta capacidad antiinflamatoria.

En cuanto a diversidad microbiana, se demostró que la diversidad microbiana era mayor en aquellos individuos que seguían una dieta rica en legumbres, frutas, vegetales y nueces, es decir, en aquellos que seguían un patrón alimentario con alta adherencia a la dieta mediterránea.

En estos cambios es donde radica la importancia de una intervención nutricional adecuada y personalizada para modular la microbiota mejorando así los problemas de salud asociados a los cambios dietéticos de la sociedad moderna occidental.

Autora: Marta Moreno – Estudiante en nutrición y dietética