El estrés es uno de los principales factores que altera nuestra microbiota intestinal. Esto a su vez hace que se altere la comunicación entre intestino y cerebro, el llamado eje intestino cerebro. Pero, ¿Sabemos realmente como afecta el estrés a este eje?
¿Qué es el eje intestino cerebro?
El eje intestino cerebro se define como un sistema de comunicación bidireccional cuyo equilibrio está regulado por la homeostasis orgánica.
Este eje se encuentra formado por la microbiota, el sistema nervioso entérico, el sistema nervioso autónomo, el sistema neuroendocrino, el sistema neuroinmunológico y el sistema nervioso central.
Una alteración de la microbiota intestinal produce una alteración en distintos metabolitos como hormonas, neurotransmisores y ácidos grasos de cadena corta que acaba produciendo una alteración en esta comunicación relacionada con el desarrollo de distintos trastornos neurológicos.
Es importante saber que el control central de las funciones del intestino se lleva a cabo gracias al nervio vago, que podemos decir y afirmar que de vago no tiene nada.
Vías del eje intestino-cerebro
Debemos destacar diversas vías de comunicación, pero siendo las principales el nervio vago, sistema circulatorio y sistema inmune.
- Nervio vago: Forma una de las principales vías para enviar la información desde la microbiota al sistema nervioso central.
- Sistema circulatorio:
- Las hormonas y neurotransmisores viajan desde las células neuroendocrinas del intestino y ejercen su función en la modulación del comportamiento.
- La microbiota regula a la serotonina que se produce principalmente en el intestino.
- El triptófano también interviene en esta interconexión indirecta ya que el triptófano es precursor de la serotonina. La microbiota intestinal metaboliza enzimas para que regulen la producción de triptófano.
- La liberación de GABA también se ve influenciada por la microbiota. Es importante este neurotransmisor ya que modula el comportamiento y se ha visto relacionado con mejorar la ansiedad cuando se consume probióticos, ya que estimula la producción de este neurotransmisor.
- AGCC: Nuestra microbiota produce AGCC durante la degradación de la fibra. Éstos atraviesan la barrera hematoencefálica, llegando al hipotálamo donde van a mantener estables los niveles de GABA, glutamato o glutamina, incrementando la expresión de péptidos anorexigénicos y estabilizar la integridad de BHE, estableciendo otra unión entre microbiota y sistema nervioso central.
- Eje hipotálamo-pituitario-adrenal: Controla la liberación de cortisol. Una alteración de la microbiota intestinal conlleva una alteración en la producción de citocinas inflamatorias.
- Las hormonas y neurotransmisores viajan desde las células neuroendocrinas del intestino y ejercen su función en la modulación del comportamiento.
- Sistema inmune: Una alteración de la microbiota y un aumento de permeabilidad conlleva una activación del sistema inmune con la consiguiente cascada de citoquinas como respuesta a esta activación.
Estrés y eje intestino cerebro ¿Unidos?
Podemos entender el eje intestino cerebro como una carretera de doble sentido. Lo que pasa a nivel intestinal afecta a nivel cerebral y viceversa. El estrés tanto físico como psicológico es uno de los principales factores que afecta a nuestra microbiota y a la permeabilidad, produciendo una alteración que facilita el paso hacia la sangre de partes de bacterias, toxinas o alimentos a medio digerir generando una cascada de inflamación y llegando a alterar el funcionamiento de nuestro sistema nervioso.
Hoy en día, ¿quién no tiene estrés?
Cada vez hay más evidencia del papel que juega la microbiota intestinal (y concretamente su alteración) en distintos trastornos neurológicos como ansiedad, depresión, trastornos del espectro autista, Alzheimer o Parkinson.
Es cierto que el factor psicológico juega un papel clave en las enfermedades intestinales como el síndrome de intestino irritable, enfermedad inflamatoria intestinal o reflujo gastroesofágico.
¿Cómo podemos mejorar nuestros niveles de estrés desde la alimentación?
- Evitar el consumo de alimentos procesados y azúcares añadidos. Ya que desencadenan una sensación de satisfacción momentánea que luego se convierte en cansancio, ansiedad e incluso tristeza.
- Consumir grasas saludables. Ayudan a un desarrollo correcto del cerebro y presentan una importante cantidad de antioxidantes que protegen a las células.
- Incluir probióticos en nuestro día a día puede ser interesante para modular la microbiota intestinal y con ello el eje intestino cerebro.
- Incluir frutos secos en tu día a día.
- Semillas de sésamo. Contienen tirosina que potencia los niveles de dopamina en el cerebro.
Practicar meditación se ha visto que presenta beneficios en la reducción de los niveles de estrés y podría considerarse una parte interesante del tratamiento de las enfermedades intestinales. A su vez, un estudio de microbiota intestinal nos permitirá conocer su estado para poder orientar mejor el tratamiento.
Si tienes dudas puedes contactar con nuestro equipo de nutricionistas de forma totalmente gratuita para que puedan asesorarte.