Hipersensibilidades alimentarias: qué buscar y cómo gestionarlas

El reconocido biólogo Camille Lieners te explica cuál es el interés de hacer un análisis de las hipersensibilidades alimentarias.
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Hipersensibilidades alimentarias: qué buscar y cómo gestionarlas

Las hipersensibilidades alimentarias, conocidas erróneamente como “intolerancias”, son la fuente de quejas cada vez más comunes y que tienen tendencia a normalizarse. Están relacionadas con alteraciones en la microbiota y el aumento de permeabilidad intestinal y de manera general, con el estado de salud intestinal. Estos problemas han dado lugar a la comercialización de todo tipo de pruebas y resulta difícil saber cuál tiene fiabilidad y cómo funciona realmente. Para aclarar qué se busca en una hipersensibilidad alimentaria y la utilidad de la prueba, hemos traducido para nuestro blog una entrevista realizada al Doctor Camille Lieners, biólogo reconocido internacionalmente por sus trabajos sobre las hipersensibilidades alimentarias mediadas por IgG, publicada el pasado mes de Junio en la revista francesa Sciences et Avenir.

En primer lugar, definamos la hipersensibilidad alimentaria IgG.

Se trata de hipersensibilidades retardadas, o alergias de tipo 3, bien descritas en el ámbito médico, vinculadas a niveles anormalmente elevados de inmunoglobulinas de tipo G en la sangre. Estas hipersensibilidades deben diferenciarse claramente de las alergias de tipo 1, es decir, las alergias inmediatas relacionadas con la IgE.

¿Puede explicar la pertinencia de la prueba alimentaria específica de IgG?

El consumo de alimentos con IgG positiva contribuye a la inflamación de bajo grado asociada a muchas enfermedades crónicas. Conocer las intolerancias alimentarias permite adaptar la dieta, ya sea para remediar una simple dolencia o para prevenir el desarrollo de una enfermedad crónica incapacitante.

¿A quién recomendaría hacerse una prueba de IgG alimentaria?

Cualquier persona que quiera tomar el control de su salud y/o bienestar. Hay muchas indicaciones para estas pruebas. Las enfermedades crónicas son las más frecuentes, sobre todo si los tratamientos convencionales no dan resultados satisfactorios. Entre ellas se encuentran las migrañas, el estreñimiento y la diarrea, la fatiga crónica, los dolores articulares y musculares, el síndrome metabólico, todas las enfermedades autoinmunes, pero también los trastornos del comportamiento y la obesidad. Estas pruebas también se recomiendan en medicina preventiva y para las personas que quieren mejorar su rendimiento físico.

Estas pruebas se desarrollaron hace más de 20 años… ¿Cómo se explica su éxito?

Sólo hablaré de las que conozco bien: las siete pruebas existentes en la gama Imupro de la empresa R Biopharm, que han demostrado su eficacia con los pacientes y cuya fiabilidad ha sido demostrada en varios estudios clínicos. Las pruebas van seguidas de un apoyo personalizado único que simplifica el cambio dietético y permite realizar cambios duraderos en los hábitos nutricionales a diario. Los beneficios se perciben rápidamente, lo que anima a los pacientes a seguir activamente el método.

¿Existen limitaciones en el uso de estas pruebas?

La respuesta es sí, como con cualquier prueba biológica. No se recomiendan en niños menores de 12 meses ni en casos de medicamentos inmunosupresores y enfermedades inmunológicas conocidas (niveles bajos de IgG total, gammapatía monoclonal).

En el caso de los niños pequeños, es mejor hacer la prueba a la madre, ya que la IgG se transmite de madre a hijo.

¿Y las críticas de algunos organismos médicos?

Hay críticas, sí. Decir que las pruebas no son fiables porque no las reembolsa el sistema sanitario es una insensatez. Lo mismo ocurre cuando se dice que las pruebas varían según la comida del día anterior. Esto no es cierto, como demuestran claramente nuestros estudios. Además, si fuera cierto, ¿cómo podemos explicar los casos en los que no encontramos IgG en la dieta por encima de los valores fisiológicos normales?

Tampoco es correcto el argumento de que los alimentos ingeridos sufren una transformación durante la digestión y que, por tanto, es imposible medir su impacto inmunológico. Los alimentos que se transforman durante la digestión no suelen ser peligrosos. Son los componentes no digeridos o resistentes a la digestión los que plantean un problema. La prueba reconoce los anticuerpos contra estos componentes. Por último, es importante saber que las pruebas y el método recomendado no provocan deficiencias, sino todo lo contrario. La rotación de los alimentos es una parte integral del método y ayuda a evitar las deficiencias nutricionales.

Conocer el perfil inmunológico de cada uno para reconstruir su dieta de forma saludable es una de las claves para invertir las tendencias, a disposición tanto de los individuos como de los terapeutas encargados de su salud.

Lo que está en juego es la salud pública y no se puede seguir ignorando o subestimando.”